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No habrá paz

Si alguien cree que la guerra declarada por la prensa al Real Madrid va a terminar si se marcha Mourinho es tan iluso como aquellos que piensan que Roncero es el guardián de las esencias inmortales del madridismo. El antimourinhismo es algo completamente circunstancial, un fenómeno derivado de su condición de entrenador del Real Madrid que desaparecerá una vez que deje de serlo. Los que hoy le atacan con saña, en cuanto empiece a ganar títulos en su nuevo destino, reprocharán a Florentino no haber sabido conservar al mejor entrenador del mundo. Al tiempo.
Cubero in love

No tiene nada que ver con Mou, basta repasar la hemeroteca y ver como se trataba al portugués cuando sonaba para el Barcelona tras la marcha de Frank Rijkaard. Aquí he citado alguna vez el célebre artículo de Cristina Cubero donde le pintaba como "guapo", "moreno", "seguro de si mismo". ¿Mojabragas la Cubero con Mou? No, porque seguro que en aquella rueda de prensa iba como Sharon Stone en el interrogatorio de "Instinto Básico" y le hacía cruces de piernas luciendo su sonrisa más equina. No nos engañemos, si Mou hubiera sido entrenador del Barcelona se le hubiera tratado con la misma pleitesía y adoración que a Guardiola o Villanova. Es más, se hubiera resaltado su condición de portugués para convertirlo en un emblema de la lucha de una nación peninsular por liberarse del yugo mesetario y cada Madrid-Barsa recordarían la batalla de Aljubarrota en que los portugueses le dieron matarile a los castellanos.

No es Mou, es el Real Madrid. ¿Alguien se puede creer que si se va Mou, Lama, Caridad o Segurola se harán madridistas, o al menos dejarán de odiar al Real Madrid? ¿Sin Mou Meana va a dejar de preguntar las impertinencias que le ordene su señorito o Burgos va a dejar de celebrar los goles que encajen los nuestros?

La guerra es de mucho antes de la llegada de Mourinho, los medios catalanistas -entre los que hay que incluir a El País desde hace unos años- reparten equitativamente los elogios al Barsa con los palos al Real Madrid. Y los de la capital, dependiendo de lo cerca o lejos que estén del despacho presidencial en ese momento, son más o menos hostiles: Cuando un grupo editorial sea favorable a la directiva, el otro atacará sin descanso y así el Real Madrid siempre tendrá enemigos en pie de guerra en la prensa. Un ejemplo, Unidad Editorial (El Mundo y Marca) estuvo en una luna de miel continua con Ramón Calderón mientras Melchor Miralles (entonces uno de los mariscales de campo de Pedro J. Ramírez) estuvo en su directiva. Fue dimitir el periodista y empezar la campaña anti-Calderón que acabó con él en la calle.

Llego Florentino y muy buen rollo con él pero a degüello con Pellegrini hasta llegar a la famosa e infame portada de Marca que vemos junto a estas líneas. Ignoro si detrás de estos ataque contra el chileno estaba el propio Florentino que se quería deshacer del que consideraba un entrenador menor capricho de Valdano. Si es así, le salió la jugada igual que al de Fargo que contrata a dos sicópatas para secuestrar a su mujer y cobrar un rescate.

Como en aquella época Florentino estaba a partir un piñón con Pedro J. los de PRISA iban al degüello. De ahí viene la entrevista a Pérez en Cuatro que Lama convirtió en un interrogatorio al estilo Guantánamo donde las preguntas eran acusaciones y se interrumpía continuamente al reo para impedir que pudiera articular alguna respuesta razonable.

Y si PRISA ya era hostil con Florentino, con la salida de Valdano se sienten en total libertad para agredir, calumniar, injuriar, inventar y, en definitiva, machacar al Real Madrid.

Estos ejemplos son anteriores a la llegada de Mourinho al Real Madrid y después de su marcha se seguirán produciendo porque la prensa lo que quiere es:

  • Unos, que el Real Madrid esté por debajo del Barsa.
  • Los otros, controlar la toma de decisiones en el club, desde los fichajes hasta las alineaciones.

No ceder al chantaje

Solo hay una solución para el Real Madrid: No ceder al chantaje. Reconocer que es una guerra y ganarla. Y ganarla no es que se quede Mourinho o se vaya -eso pertenece al ámbito deportivo- ganarla es hacer ver a los medios que, independientemente de quién esté en la institución, nunca más van a gozar de derecho de pernada en el Real Madrid y que lo de viajar con el equipo, de entrar en Valdebebas como Pedro por su casa, o de tener a los jugadores y técnico a su disposición para entrevistarlos a la hora que les dé la gana se ha acabado, con este u otro presidente, con este u otro entrenador.

Estamos en vísperas de elecciones presidenciales, no es un mal momento para que el candidato Florentino Pérez se comprometa con los socios y la afición a que a partir de ahora las normas de como se relaciona el Real Madrid con la prensa las pone el club y que de ninguna manera se va a ceder a presión de ningún tipo, todo lo contrario, a mayor presión menos facilidades para unos medios a los que no les importa perder lectores o audiencia si con ello pueden volver a controlar el Real Madrid. Hay que hacerles ver que eso es imposible, a ver cuánto aguantan.

Este gesto que pido a Florentino no es un ocurrencia más, es lo que creo que se merece la gente que en twitter está día tras día defendiendo al club contra las infamias de la prensa y que piensa -pensamos- que su lucha es inútil porque el club ni siente ni padece las puñaladas de los Torres, Segurola, Relaño, Lama, la Morena, Caridad, Rivero, Brotons, etc, etc. 

Ignoro si la influencia del madridismo tuitero es mucha o poca, alguna será cuando los Popes del periodismo lo intentan desprestigiar tratándolo como a un grupúsculo ultra. Lo que sí me parece evidente es que un porcentaje del ambiente del martes pasado en el Bernabéu contra el BVB se creó en twitter, donde se lanzaron miles y miles de mensajes que hacían creer en la remontada. 

No habrá paz mientras la prensa crea que se puede volver a hacer con el control del Real Madrid, el problema es que en esta guerra, de momento, parece que en el bando madridista sólo pelea la gente de twitter. Eso sí, yo creo que no lo hacemos nada mal. 



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